El apretamiento de la mandíbula y el rechinamiento de los dientes, un problema que conocemos como bruxismo, es más habitual de lo que creemos. De hecho, según los datos más recientes del Col·legi d’Odontòlegs i Estomatòlegs de Catalunya (COEC), el 20% de la población adulta y el 12% de los niños lo sufren. Esta situación, además, se ha visto agravada en muchos casos debido a la ansiedad, el estrés y la incertidumbre asociados a la pandemia de la COVID-19 y a los periodos de confinamiento.
Cabe destacar que existen dos tipos de bruxismo: el céntrico y el excéntrico. En el primero de ellos, la persona aprieta fuertemente los dientes, causando dolores de cabeza, oído y cervicales. En el segundo, rechina los dientes, desgastando el esmalte y comprometiendo la estética y la funcionalidad completa de la boca.
Estas situaciones tienen diversas causas, ya que pueden deberse tanto a problemas físicos como psicológicos. Los trastornos de ansiedad, los malos hábitos a la hora de dormir – como, por ejemplo, la adopción de posturas poco recomendables –, las enfermedades de las encías y los problemas de oclusión, es decir, de cómo encajan la mandíbula y el maxilar, son algunas de sus causas más frecuentes.